Ana decidió, ella solita, irse a la finca de los abuelos en Portuguesa el fin de semana. Ya para partir empezamos a halagarla (a jalarle, en Criollo) para que se quedara. Inútil; ya había tomado una decisión.
El fin de semana fue tranquilo, descansado, pero aburrido. La casa, ordenadita y limpia se veía triste y gris. ¿Salir? ¿a donde?.
Tuvimos una premonición del nido vacío, cuando los hijos se van. Con una bellisima fortaleza de carácter que espero no pierda nunca Ana había tomado una decisión personal y se atenía a ella con sus 3a.
Ya está acá, todo es un desastre y somos felices :-)
Pero no olvido.
Mis hijos van a irse. Vienen a través de mi hacia la vida pero no me pertenecen y están acá básicamente para ser ellos mismos.
Ojalá estemos a la altura.