Si, la navidad ha llegado. En todas partes te encuentras con uno y la propina cuasi obligatoria que le pones acaba siendo un poquito pesada después del millonésimo cochino.
Pero también me recuerda que la navidad es, ante todo, una fiesta de esperanza. Nadie se va a resolver la vida con lo que pueda reunir en el cochinito. Pero al menos por unos días habrá sonrisas y les brillarán los ojos a los que esperan sus dones al abrirlos en nochebuena.
Siempre creemos, siempre esperamos...